Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil

 

domingo, 14 de agosto de 2016

Mensaje de Dios Padre

 

(Dios Padre): Mis amados hijos, yo, vuestro Padre, me alegro de estar hoy aquí con vosotros en el día de mi fiesta. Soy vuestro Padre, soy vuestro Abba, soy vuestro Padre amoroso que os echa de menos, que echa de menos a sus hijos.

El Padre que llora por los hijos que se han alejado de Él, que no quieren Sus gracias, que no quieren ser amados por el Padre, que no quieren la herencia que el Padre se dispone a dar a cada uno de ellos.

Yo soy vuestro Padre amoroso que echa de menos a los hijos que Me abandonaron, que abandonaron Mi hogar como Lucifer, al que crié como hijo Mío, pero que no quiso permanecer en Mi hogar y quiso abandonar Mi presencia.

Rechazó Mi amor, rechazó toda la belleza y todas las gracias que Yo quería darle, se rebeló contra Mí y quiso destruirme. Por eso le alejé de Mi rostro, de Mi presencia en el Cielo, y le arrojé a las profundidades del infierno, donde sufrirá eternamente por su rebelión, su ingratitud, su desobediencia, su maldad.

Yo soy vuestro Padre amoroso que echa de menos a Sus hijos y por eso vine aquí, por eso envié aquí a la Madre de Mi Hijo hace 25 años para llamaros de nuevo a Mí, para traeros de nuevo a Mí, para conduciros de nuevo a Mis brazos. Y Ella vino mostrando en Su voz, en la dulzura de Sus Mensajes toda la dulzura de Mi Amor, pues Yo soy un Padre lleno de dulzura, de ternura hacia Sus hijos. En Mí no hay nada duro, nada severo, nada amargo.

Es con gran renuencia que Mi Mano impuso la Espada de la Justicia para castigar a los pecadores y sólo utilizo el recurso del Castigo cuando he agotado todas Mis gracias y todas las formas de traer a Mí a los pecadores.

Soy un Padre amoroso que nunca se cansa de perdonar, perdono setenta veces siete si es necesario al día al pecador arrepentido. Sólo no perdono al pecador obstinado que no quiere arrepentirse de su maldad, de las ofensas que Me hace.

¡Cómo te quiero! Pero de la mayoría de Mis hijos no recibo amor, no recibo gratitud, no recibo obediencia, no recibo el afecto que espero recibir de ellos. Por eso Mi Corazón, el Corazón de Mi Padre está lleno de tristeza, porque soy despreciado y rechazado por los mismos hijos que he criado.

Hijos Míos, no Me hagáis sufrir más, venid, venid a Mis brazos que quiero amaros, salvaros, perdonaros y daros todas Mis gracias y finalmente el Cielo por herencia.

Venid hijos Míos, venid porque os estoy esperando, Mis labios ya están secos de tanto llamaros a través de la Madre de mi hijo, María Inmaculada en sus apariciones. Llevo siglos llamando a la humanidad para que vuelva a Mí, pero no se me escucha, no se me responde. Y por eso mi Corazón está lleno de dolor, ahogado en dolor.

Venid, venid hijos Míos, venid a Mí que quiero perdonaros, salvaros y daros Mis Gracias de Amor. Venid para que Yo os salve, venid para que Yo os bendiga, venid para que Yo os haga felices.

Sólo os pido amor, el amor filial que Mi amadísima Hija María y Mis Santos os han enseñado aquí. Un amor puro que Me busca por Mí, que Me quiere por Mí y que no desea otra cosa que amarme, darme amor, amor sin límites, sin medida.

Quiero este amor, este amor de todos vosotros, hijos Míos, y si Me dais este amor os prometo que también os daré todo Mi Amor y haré en vuestras vidas las mismas maravillas que hice en las vidas de los Santos que más Me amaron con este amor filial e ilimitado. Y a través de vosotros atraeré a Mi amor y salvaré a muchas almas haciendo maravillas.

Soy vuestro Padre de amor y lo que más deseo es vuestro amor. Quiero vuestro «sí», dadme vuestro «sí» y Me acercaré tanto a vosotros con Mis gracias y haré tantas maravillas en vosotros, en vuestra vida y a través de vosotros, que vosotros, hijos Míos, viviréis más como Ángeles que como hombres.

Os miro a cada uno de vosotros, me asomo al corazón de cada uno de vosotros y busco el amor en el corazón de cada uno de vosotros. Quiero vuestro amor, pido vuestro amor, busco vuestro amor, y si Me dais vuestro amor Yo os daré el Mío, hijos Míos.

Y entonces, todo, todo lo que Me pidáis se cumplirá, incluso las cosas más difíciles o imposibles, porque mi amor y vuestro amor juntos harán de lo imposible Verdad. Y entonces, el mundo cambiará de un desierto frío y helado, sin amor, oscuro. Se convertirá en un hermoso, brillante, fragante, alegre y feliz jardín de rosas donde serás feliz conmigo para siempre y no habrá más dolor, ni más tristeza, ni más miedo para ti.

Aquí, en estas Apariciones he revelado Mi Amor como nunca lo había hecho desde que el Verbo se hizo carne y ¿por qué? Porque os he amado tanto, he amado a esta generación mucho más que a muchas generaciones atrás. He amado a esta generación con un amor casi loco, de un Padre que ya no sabe qué hacer para salvar a Sus hijos.

¡Oh, hijos míos! ¡Cuánto os he amado! ¡Cuánto os he favorecido! Cuánto os he bendecido, cuánto os he engrandecido y elevado.

Aquí os he dado Mi gracia sin medida, sin límites a todos vosotros, y desgraciadamente muchos corazones no han recibido Mi gracia y por eso no ha dado fruto. Pero si recibís Mi gracia y colaboráis con ella, dará mucho fruto de vida eterna para vuestra salvación.

Entonces abrid, expandid vuestro corazón para recibir Mi Llama de Amor que es la llama del Amor de María, para que esta llama os transforme y os abra completamente. Y transformaros en aquella imagen y semejanza perfectas de Mí que tenía el hombre cuando Yo le creé en el Principio.

«Oh, hijos Míos, fuisteis amados por Mí, os amé incluso antes de que Me conocierais. Preparé las Apariciones de la Madre de Mi Hijo Jesucristo, María Inmaculada Aquí, para salvaros, para protegeros de este mundo oscuro donde tantos han perdido ya su fe, y su alma, su salvación, para proteger vuestras almas, para mantener a salvo vuestras almas. Como un padre protege a sus hijos, así un pájaro protege a sus hijos bajo sus alas.

Eso es lo que he hecho y he hecho con vosotros aquí en estas Apariciones. Feliz aquel que se deja amar por Mí, feliz aquel que acepta Mi Amor y no Me cuestiona. Feliz aquel que cree en Mí como un niño pequeño cree en su padre, porque a él le revelaré Mis Secretos.

El que Me ama con amor filial revelará Mis secretos. A los que aman por miedo, por interés, a los que dudan de Mi Palabra, a los que se equivocan sobre Mi Palabra a ésos no les revelaré Mis Secretos de amor, pero a los que Me dan su amor filial se los revelaré todos y seremos uno en el Amor.

Y entonces cenaremos y nuestra alegría será completa, será eterna. Sed del número de estas almas benditas hijitos Míos y dadme este amor filial que Yo quiero. Y entonces, Yo haré en vuestras vidas todas las maravillas que Mi Hijo Jesús prometió en Su Palabra que harían aquellos que creyeran en Nosotros.

Entonces el mundo cambiará, y Yo reinaré finalmente en la tierra como en el cielo, y se hará Mi voluntad en la tierra como se hace segura y perfectamente en el cielo.

Marcos, Mi incesante Llama de Amor, llama incesantemente a la Madre de Mi Hijo, como Yo te amo a Ti, hijita mía. Eres un alma pura, no conoces ni el mal ni la malicia, no conoces límites en el amor, ni limitaciones, ni cálculos cuando se trata de amar.

Siempre Me has amado, siempre has amado a la Madre de Mi Hijo con todas las fuerzas de tu Amor. Y fue este amor tuyo el que también me atrajo desde mi trono de lo alto hasta aquí, hasta este lugar, hasta estos hijos míos.

Sí, Marcos, tu amor me atrajo, tu amor atrajo los ojos del Infinito, del Omnipotente, del Todo. Debes sentirte feliz porque tu amor, como un imán, Me ha atraído hacia ti. Y al atraerme hacia ti, al acercarme a ti, he venido y he derramado tantas gracias sobre estos hijos Míos a través de ti.

He hecho esto para que todos sepan que cuando un alma tiene verdadero amor por Mí, cuando un alma Me ama sin límites, sin regular, sin calcular ese amor, sin dudar, sin prevaricar, sin cuestionar, sin obstáculos, Yo hago todo y haré todo por ella.

Benditos seáis si sois como Mi hijo Marcos, llamas incesantes de amor si sois como él anhelantes en el amor, magnánimos en el amor, generosos en el amor, sin límites y sin cálculos en el amor. Porque si sois así, de verdad, derramaré sobre vosotros toda la efusión de Mis gracias como lo he hecho en la vida de este Mi hijo amado que creyó en Mí. Como un niño pequeño cree en su padre, confía en su padre, se entrega a su padre y ama a su padre.

Por eso le revelé Mis maravillas, le revelé grandes cosas que oculté a los sabios, a los entendidos, a los soberbios y a los grandes de este mundo. Porque Yo no miro la condición, no miro las posesiones, los nombres ni las posiciones sociales de nadie. Sólo miro las virtudes, sólo miro la grandeza del amor.

Y este Mi Hijo con la grandeza de su amor atrajo a la Madre de Mi Hijo Aquí, atrajo a Mi Hijo, me atrajo a Mí, atrajo a todo el Cielo hacia ti. Y por eso Aquí a través de él, que es el mediador entre Yo y vosotros, entre la Madre de Mi Hijo y vosotros, se os da sin cesar toda gracia, toda bendición y todo bien.

Mi Llama de Amor incesante continúa. Continúa amándome sin cesar y sin límites. Amad también a este Mi hijo amadísimo Carlos Tadeo, que os he dado como Padre espiritual para que haga con vosotros cuando Yo no os hable, cuando Yo no me os aparezca.

A través de él os daré mi amor, os daré mi afecto, os daré también muchas veces inspiraciones, consejos, palabras de salvación. Acógelas, obedécelas, ámalas y serás feliz.

Ama a este hijo Mío como Me has amado a Mí y en este amor que tienes por este hijo Mío enseñaré al mundo entero qué verdadero amor deben tener Mis hijos por Mí: Un amor puro, sin intereses, un amor profundo, intenso, sin límites, sin medida, sin ajustes, sin cálculos. Un amor que encuentra toda su alegría, en amar entregándose, infinitamente hasta el final para ver feliz a la persona amada.

Ama a este hijo Mío y Me estarás amando a Mí, porque todo el bien que se haga al prójimo soy Yo y todo el amor que se dé al prójimo soy Yo el que se dará. Así pues, ama a este hijo Mío como Me has amado a Mí y Me estarás amando a Mí. Y entonces haréis Mi voluntad que es: Que los dos caminéis juntos de la mano para siempre, llevando a Mis hijos en medio del desierto como Moisés y Aarón a la tierra prometida que os preparo en el Triunfo de María.

Y a ti, hijo mío Carlos Tadeo, ¡cuánto te quiero! Cuando creé el mundo en el Principio ya pensaba en ti y en Mi Hijo Marcos Tadeo con amor. Cuando creé al hombre lo hice con inmensa alegría porque ya sabía que vosotros seríais los descendientes de Adán que Me daríais grandes alegrías, que Me daríais grandes consuelos, gran gloria y gran amor con vuestras oraciones, buenas obras y santidad de vida.

Cuando el hombre pecó, aunque sentí un dolor infinito por la rebelión y la desobediencia del hombre, Mi Corazón se consoló y se alegró cuando pensé en crear a María, en enviar a María al mundo. Y María con Su Amor, con Su «Sí», con Su fidelidad y obediencia a Mí me daría toda la gloria, todo el honor y la alabanza de todos los hombres y junto con Mi Hijo satisfaría a todos los hombres.

Y entonces Me alegré también en Ella porque pensé en vosotros Mi hijo Carlos Tadeo y Mi hijo Marcos Tadeo. Y cuando vi la fidelidad, el amor, el cariño, la entrega de vosotros a Mí, Mi Corazón se consoló, Mi Corazón se alegró y decidí librar al mundo del exterminio total.

Cuando Mi Hijo Jesús fue clavado en la Cruz y agonizó y Yo sufrí al verle agonizar, muriendo por vosotros, Mi Corazón se consoló, Su Corazón se consoló, el de María Dolorosa se consoló cuando los Tres pensamos en Mi hijo Marcos Tadeo y pensamos también en vosotros.

Pensábamos y veíamos todas las buenas obras que harías por Mi amor, por el amor de María, las almas que salvarías por Mí y la gloria que Me darías, que Nos darías. Entonces, en aquella inmensa amargura de ver morir a mi Hijo en la Cruz, mi Corazón se consoló con vuestra fidelidad.

Cuando vi sufrir a María Dolorosa, vi sufrir también a Mis Apóstoles, perseguidos. Y cuando quise exterminar al mundo por esta ingratitud después de haber enviado a mi Hijo y el mundo seguía rechazando la Palabra de mi Hijo, no exterminé al mundo porque pensé en vosotros dos y en el consuelo, el amor, la gloria que me daríais.

Cuántas veces habría destruido al mundo por sus pecados, por sus crímenes, por su ingratitud, sólo que no por Mi hijo Marcos, por Su fidelidad, por Su amor futuro, por todo lo que haría por Mí. Y también por ti hijo Mío, unido a este amadísimo de Mis hijos por Mi voluntad, para que seas uno Conmigo como Yo y Mi Hijo somos uno. Como Yo, el Hijo y el Espíritu somos uno en el Amor.

Entonces, hijo mío, ámame en la persona de mi hijo Marcos Tadeo, pues todo el amor que le des es a Mí y a mi amadísima Hija María el que le darás, es a mi hijo Jesús el que le darás. Y entonces haréis Mi voluntad, para que de verdad os consoléis mutuamente, os ayudéis, crezcáis en Mi Amor, en santidad. Y verdaderamente, sed uno conmigo en el amor.

Así se hará Mi voluntad y se salvarán muchas almas, por lo que todos los bienes y gracias que Yo y la Madre de Mi hijo Marcos os damos a vosotros y a través de vosotros a muchas otras almas. Y en esta comunión de amor vosotros dos creceréis mucho, progresaréis mucho, haréis grandes cosas por Mí, haréis arder los corazones de amor por Mí.

Y finalmente haréis que las almas me den lo que llevo siglos esperando y no recibo: el amor filial, el verdadero amor que acabará con el imperio de Satanás en las almas,

Hijo mío, estás grabado en la palma de Mis manos, estás grabado en Mis ojos, en Mis labios, en Mi Corazón. Y en verdad, mientras Yo sea Dios te amaré, mientras Yo sea Dios nunca te abandonaré, mientras Yo sea Dios nunca te faltará la ayuda de mi gracia.

Tú y mi hijo Marcos solos no podéis hacer nada, pero conmigo, con mi gracia podéis hacerlo todo. Permaneced en Mí y Yo permaneceré en vosotros.

En el día de Pentecostés una de las Revelaciones de Mi Espíritu que más gozosamente causó al Corazón de María, de Judas Tadeo, de Juan y de Mis Apóstoles, los Apóstoles de Mi Hijo, fue el conocimiento de estas Apariciones de Jacari, de Mi Siervo Amantísimo, de Mi Hijo Amantísimo, de Mi Ángel Marcos Tadeo, de Mis hijos que aquí me amarían, me entregarían su corazón, amarían a María y me darían verdaderamente gloria.

Y sobre todo, la revelación de tu presencia Aquí, de lo que serás Aquí, de lo que harás Aquí, de lo que Yo haré a través de ti Aquí para salvar a muchas almas. Y tu fidelidad ha causado gran alegría en el corazón de todos, especialmente en la Madre de mi Hijo, María Inmaculada. Por eso, hijo, alégrate en tu Corazón, exulta de alegría, porque te he amado desde el principio del mundo como he amado a mi hijo Marcos.

Y así como he hecho grandes cosas en mi Hijo Marcos, en ti haré también a medida que tu corazón se dilate hacia Mí, para entregarme a este amor y a todas estas obras que, aunque misteriosas para ti, son maravillosas. Y si te entregas por completo verás Mi gloria, verás lo que es capaz de hacer un Dios enamorado de ti.

Así que cree, reza, confía, espera y verás Mi gracia, verás Mi gloria. Verás que el Dios de Israel sigue vivo, el Dios de los Ejércitos, el Dios tremendo que cae de verdad cuando todos los poderes se alzan. Veréis que este Dios se alzará sobre vosotros y a través de vosotros extenderá Su gracia salvadora en la vida de Sus hijos.

Y a vosotros Mis queridos hijos, que estáis aquí, os amo a todos, os estrecho ahora entre Mis Manos en Mi Corazón y os digo a todos: Seguid viniendo aquí para que aprendáis el verdadero amor, el amor filial hacia Mí y no miréis nunca atrás, porque estas Apariciones de Jacari después de la Encarnación del Verbo son la obra más grande, más grande de Mi amor y de Mi poder para vosotros, es la última vez que vengo a llamaros con María de vuelta a Mí.

Pronto cerraré la puerta de Mi casa, los hijos que estén dentro Conmigo, Conmigo cenarán, y a los que estén fuera aunque llamen ya no les abriré la puerta.

Acelera tu conversión porque cuando todos menos Yo Me esperen desde Mi Trono, ordenaré a Mis Ángeles, que con sus Espadas encendidas enrojecerán el Cielo y la Tierra con el fuego de Mi Ira y te consumirán en un Repentino Castigo.

Así pues, acelerad vuestra conversión, porque pronto Mi voz callará, la voz de María callará, y quienes no hayan oído Nuestra voz ahora, aunque quieran oírla, nunca la oirán en el futuro.

Por eso, vosotros que ahora Me escucháis y a quienes amo, dadme vuestro corazón, dadme vuestro «sí» mientras Mis brazos y Mi puerta estén abiertos para vosotros. Ven que la cena ya está preparada. ¡Ha llegado el momento, ha sonado Mi Hora! Sentaos a la mesa Conmigo, que os he preparado deliciosos manjares de Mi gracia y de Mi amor.

Y entonces, hijos Míos, habrá entre Nosotros alegría, felicidad y amor para siempre. Y mientras tanto, fuera, Mi fuego consumirá a todos los pecadores junto con su padre, el rebelde. Y entonces será grande el llanto y el crujir de dientes.

Venid mientras os amo, mientras os espero, mientras estoy cerca y me dejo mandarina por vosotros. Venid, venid, hijos Míos, y no tardéis en que Mi Corazón se desvanezca de anhelo por vosotros y no pueda soportar más el dolor de vuestra ausencia.

Venid y os amaré y os pondré un anillo real en el dedo y os declararé Mis príncipes, hijos del Rey del Cielo y junto a Mí gobernaréis el Cielo y la Tierra, seréis felices para siempre y a Mi lado viviréis eternamente en éxtasis de amor sin fin por toda la eternidad. Y toda lágrima será enjugada de vuestros ojos y cantos de alegría resonarán de vuestras bocas por los cuatro rincones del Cielo, y entonces juntos cantaremos ¡Victoria!

Continuad con todas las oraciones que María os ha dado Aquí, pues os traerán a Mí y os harán crecer en el verdadero amor por Mí.

Ahora os bendigo a todos con gran amor y derramo sobre vosotros la efusión de mi Espíritu».

(San Judas Tadeo): «Queridos hermanos, yo, Judas Tadeo, os quiero mucho y me alegro de poder venir hoy una vez más con Nuestro Santísimo Padre y Nuestra Reina para bendeciros.

Sí, vengo a deciros: Grande es Mi Amor por vosotros. Grande es Mi Amor por vosotros Mis hermanos y hermanas, y por ello he rezado por vosotros durante mucho tiempo. Os he protegido, os he guardado, he alejado de vosotros muchos males, muchos castigos, muchos dolores y sufrimientos aunque no lo sepáis, no lo sepáis.

Os amo, os amo mucho, y sobre cada uno de vosotros derramo cada día muchas bendiciones. Tengo por vosotros un amor, un cuidado, un amor especial y solícito, porque estoy profundamente conectada a estas Apariciones de Jacari y a cada uno de vosotros que estáis aquí, que creéis en la Madre de Dios, que creéis en estos Mensajes, que creéis en nuestro amado Marcos.

Sois verdaderamente Mis hermanos y os cuido, os protejo, os amo con todo Mi afecto, con toda Mi solicitud. Os amo con todo Mi corazón, ¡os amo mucho!

Y hace muchos años recé para que fuerais alcanzados por la gracia de la Madre de Dios en estas Apariciones y para que vinierais aquí a Jacari. Aquí recibiréis Nuestras Gracias, Nuestra Llama de Amor, para recibir toda esta Sabiduría, todo este conocimiento abismal del Señor y de la Madre de Dios, de Sus glorias, de las verdades eternas, del verdadero amor a Dios para que seáis verdaderamente santos.

Os amo, os amo con todo mi corazón y verdaderamente Aquí os doy gracia sobre gracia, bendición sobre bendición cada día. He rezado por vosotros, queridos hermanos y hermanas, durante muchos años, y a menudo he actuado personalmente en vuestras vidas para traeros los Mensajes y que vinierais aquí.

Os he preparado el camino, os he traído aquí y tengo la misión de manteneros y haceros crecer en el verdadero amor a Dios y a nuestra Reina.

¡El Amor es Dios, Dios es Amor! Y lo que Él ha venido a buscar Aquí es el verdadero amor. Lo que quería enseñarte con Mi carta y Mis Mensajes es que Dios es Amor y quien está en el amor está en Dios y en Él no hay tinieblas. Y este amor, esta luz no está en armonía con las tinieblas y la oscuridad.

Y por tanto, si quieres permanecer en Dios y que Dios permanezca en ti, no puedes permanecer en los errores, no puedes permanecer en la idolatría de este mundo. Por eso, te invito a la conversión, renuncia a todo lo que te ata a las cosas mundanas, a los ídolos de este mundo: dinero, poder, placer, alegría, fama, honores.

Desprendeos de todo esto, para que podáis aferraros verdaderamente a Dios, a la Madre de Dios como yo, y recibir de ellos toda la efusión de su sabiduría, de su gracia, de su amor, de sus grandes luces que han iluminado, llenado, abrasado de amor mi corazón.

Venid Mis hermanos, dad hoy vuestro «sí» al Padre, a Nuestra Reina y ellos harán verdaderas maravillas en vuestros corazones.

Os amo con todo mi corazón y hace tanto tiempo que luché verdaderamente por vuestra conversión, luché por vuestra venida Aquí, os arranqué muchas veces de las trampas de Satanás, de los pecados, de los errores, os arranqué de muchas trampas. Y en verdad, os he mantenido a salvo, protegidos, indemnes para la Madre de Dios Aquí.

Por eso, da gloria a Dios, regocíjate con alegría porque Él es muy bueno contigo. Envió Aquí a la Madre de Su Hijo y Nos envió a Nosotros los Santos para buscaros, para atraeros, para traeros aquí mucho antes de que nos conocierais.

Entonces, por este gran amor de Dios, entrega todo tu amor a Dios.

Os amo con todo mi corazón, quiero que recéis siempre mi Rosario porque a través de él os quemaré mucho de mi Llama de Amor.

Sí, el día de Pentecostés os conocí a cada uno de vosotros, conocí a mi amado Marcos, conocí a mi amado Carlos Tadeo y este conocimiento hizo que mi corazón se estremeciera de alegría y amor, exulté de gozo.

En mis paseos y predicaciones por tierras lejanas y paganas, cuando sufría, cuando era perseguido, cuando era repudiado, y mis predicaciones rechazadas me consolaban con el pensamiento de mi amado Marcos, de mi amado Carlos Tadeo y con el pensamiento de vosotros.

Seguía pensando en esas almas benditas que habría en el futuro y que estarían llamadas a amar tanto a Dios, a la Madre de Dios y a ser tan favorecidas por ellas. Y ese pensamiento Me consolaba, Me daba fuerzas para seguir adelante.

Cuando el pensamiento de la fidelidad de Marcos Tadeo, del amor que tendría por nuestra Reina Santísima, por Dios, de tantos miles de almas que salvaría, el pensamiento de la fidelidad, del amor, de la obediencia de mi amadísimo Carlos Tadeo, de vuestra obediencia me consoló mucho.

Y apoyé la cabeza en el muñón con valor, con decisión, para recibir el golpe fatal que me hizo volar a las moradas celestiales. ¡Oh hermanos míos! Y allí, cuando llegué, Dios Me mostró las Apariciones de Nuestra Santa Reina Aquí, Me mostró todo lo que harían Aquí. Me mostró vuestras oraciones, vuestra fidelidad y obediencia, las gracias y milagros que seguirían Aquí. La inmensa e invencible obra de salvación que se realizaría Aquí y que el infierno no podría destruir.

Y todo esto Me dio una inmensa alegría accidental y, desde entonces, siempre he tenido Mi mirada puesta en cada uno de vosotros. De hecho, desde que estaba en la Tierra y predicaba por todo el mundo ya rezaba por vosotros, esas almas benditas que al final de los tiempos Dios y Nuestra Reina tanto amarían y favorecerían.

Sois un milagro mío al igual que mi amado Marcos Tadeo, por eso os he unido a los dos para que junto a mí seáis invencibles en el verdadero amor a Dios, a nuestra Bendita Reina y en llevar Sus palabras de salvación a todo el mundo.

¡Oh, cuánto os he amado! En el momento de mi Martirio pensé en ti y tu futura fidelidad y amor a Dios consolaron mi Corazón.

El día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo me reveló quién serías, si Su gracia no me consolara moriría de amor. Porque conocí de verdad tu alma en Dios y Mi Corazón se alegró, se regocijó de alegría, desde entonces siempre te he amado y nunca dejaré de amarte. Así que sé feliz, glorifica a Dios, regocíjate con alegría y entrégate por completo a Su Plan de Amor.

Porque Yo te protejo, te guardo, te guío, te defiendo y nada te pasará, porque Yo estaré a tu lado. Aunque a veces algo tenga que sufrir, pero incluso de esto Dios se llevará la victoria, porque Él es sabio y sabe transformar la cruz en resurrección, sabe transformar el agua en vino. E incluso sabe cómo hacer salir agua, leche y miel de las piedras.

Así que adelante, no temáis, porque yo estaré siempre a vuestro lado. Y en cuanto a vosotros, queridos hermanos, ahora os bendigo a todos con todas las gracias de mi amor.

A todos cubro ahora con Mi Manto. A todos derramo ahora las grandes gracias de Mi Martirio y de Mis Méritos.

Os bendigo a todos desde Jerusalén, Nazaret y Jacarí».

(Marcos): «Dios mío, mi todo nunca me he atrevido a hablarte ni a preguntarte nada, pero hoy te pido encarecidamente por los méritos de María Santísima, de San Judas Tadeo, de todos los Rosarios, Horas de Oración, de todo lo que he hecho por amor a ti y por amor a ella toda mi vida.

Te pido encarecidamente, padre mío, la gracia de tocar estos Rosarios que están aquí ante Mí, por mi padre espiritual Carlos Tadeo, por tu hijo.

Señor, concédeme esta gracia, te lo suplico humildemente, reconociéndome indigno de tal favor, pero por amor a este bendito hijo tuyo, por amor a la Madre de tu Hijo Jesucristo, te imploro, te ruego, concédeme esta gran gracia y te lo agradeceré amándote y sirviéndote mucho más cada día de mi vida, durante toda mi vida.

(Dios Padre): «Ahora tocaré la Imagen de María con mis Manos y Judas Tadeo tocará la Imagen de Él por nuestro amado hijo Carlos Tadeo. Para que allí donde estén estas imágenes mi propia gracia, la gracia del Altísimo Padre y la gracia de mi siervo Judas Tadeo estén también presentes derramándose profusamente sobre todos mis hijos».

Orígenes:

➥ MensageiraDaPaz.org

➥ www.AvisosDoCeu.com.br

➥ www.AparicoesDeJacarei.com.br

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