Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Domingo 17 después de Pentecostés.

El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V. a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy celebramos el 17º Domingo después de Pentecostés en una digna misa sacrificial tridentina según Pío V. El altar del sacrificio y el altar de María estaban, como siempre, bañados en una resplandeciente luz dorada. El altar de la Virgen María estaba adornado con hermosas decoraciones florales.

El Padre Celestial hablará hoy: Yo, el Padre Celestial, hablo hoy y en este momento, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad y repite sólo palabras que vienen de Mí.

Amado pequeño rebaño, amados seguidores y amados peregrinos de cerca y de lejos. Sois Mis elegidos, sois Mis llamados. Creéis en mi justicia. Cuántos sacerdotes se precipitarían al abismo eterno si no hubiera tantas almas de sacrificio y expiación. Mis elegidos expían los numerosos crímenes y sacrilegios de los sacerdotes.

No queréis reconocer la verdad. Pero es evidente dónde está la verdad. Yo, el grande, el omnipotente y misericordioso y amoroso Padre en la Trinidad, os doy todo el conocimiento de la verdad. Podéis reconocerlos fácilmente.

Y sin embargo, Mis amados y elegidos hijos de los sacerdotes, ¿no responderéis a Mis mensajes? Os los doy porque no quiero que os perdáis y porque os amo. Pero no Me obedecéis a pesar de que Mi queridísima Madre intercede constantemente por vosotros ante Mi trono y pide vuestro arrepentimiento.

A cuántas almas sacrificadas y expiatorias he llamado ya para salvaros. Pero no queréis vivir esta verdad porque tendríais que cambiar. Esta conversión en vuestros corazones debe ser grave, porque esta iglesia modernista de hoy está completamente devastada y destruida.

No hay posibilidad de que Yo, el Padre Celestial, permita que surja nada bueno de este montón de escombros. En este modernismo no puedo llamar a los santos hijos de los sacerdotes.

No Me obedecerán, sino que perseguirán el modernismo. Pertenecen a los falsos fariseos. No creen en la verdad, sino que refutan la verdad. Mis amados mensajeros los desprecian y quieren que no sean reconocidos por la Iglesia, aunque estos sacerdotes son muy conscientes de que proclaman y viven la verdad.

Lleváis mucho tiempo gritando esta verdad al mundo. Deseo de vosotros, Mis amados hijos sacerdotes, que por fin viváis Mi verdad y deis testimonio de ella. Yo, el Padre Celestial, os amo y tengo un gran anhelo por vuestros corazones, que necesitan conversión. Mi amor arde por vosotros. No estáis perdidos.

Os ofrezco de nuevo oportunidades para que podáis volver atrás. En vuestros corazones dejaré que fluya la verdad, sí, inundaré vuestros corazones en este último y más difícil momento. Es el momento más difícil para vosotros. El maligno todavía empuña el cetro y piensa que ya ha ganado la victoria.

Tampoco le doy la oportunidad de atraer a mucha gente e inculcarles el mal. Por desgracia, los deseos mundanos se están apoderando de ti.

Pero un día no será así. Yo intervendré como omnipotente y omnisciente. Debéis daros cuenta, mis amados y elegidos, de que Yo soy la verdad y la vida. Os he dado la vida y os he llamado para que proclaméis y viváis mi verdad.

Seréis mis amados hijos sacerdotes, en cuyas manos quiero transformarme como Hijo de Dios. Aunque no hayáis creído hasta ahora, deberéis creer en mi tiempo, cuando vuestro tiempo haya expirado, que Yo soy el Verdadero Dios Trino. Me mostraré como el gran Dios. Nadie podrá decir: «Ésa no es la verdad. Yo Soy el Dios Poderoso y Me mostraré así en todo el universo y en el firmamento. Apareceré como el Hijo de Dios con Mi queridísima Madre. Nadie podrá decir: «Esto es fantasía». Todos deberán darse cuenta entonces de que deben doblar la rodilla ante el omnipotente.

Esto no gustará a todos los que hasta ahora no han querido dar marcha atrás. Pero como amo a todos, he designado a muchas almas de expiación para que se arrepientan, de modo que muchas almas sacerdotales aún quieran arrepentirse. No se librarán de este retroceso. Las salvaré de la ruina eterna. Quiero salvarlas de la condenación eterna. Quiero atraer a todos a Mi Sagrado Corazón porque Mi amor es sobremanera grande, especialmente por Mis hijos sacerdotes elegidos.

Os bendigo ahora en la Trinidad, con todos los ángeles y santos, especialmente con vuestra queridísima Madre Celestial y Reina de la Victoria, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Estad preparados y prestad atención a Mis signos, pues Mi tiempo se ha cumplido. Amén.

Orígenes:

➥ anne-botschaften.de

➥ AnneBotschaften.JimdoSite.com

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