Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
domingo, 26 de junio de 2016
6º Domingo después de Pentecostés.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V, a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hoy hemos celebrado la Santa Misa de Sacrificio con toda reverencia y gratitud en el Rito Tridentino según Pío V.
Habla el Padre Celestial: Yo, el Padre Celestial, hablo ahora y en este momento, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está enteramente en Mi Voluntad, repitiendo hoy sólo palabras que vienen de Mí.
Amado pequeño rebaño, amados seguidores, amados peregrinos y creyentes de cerca y de lejos. Hoy me dirijo a todos vosotros y os doy instrucciones especiales en vuestro camino. Sois mis amados porque habéis elegido este camino tan difícil. Queréis llegar hasta la montaña del Gólgota.
Vosotros, Mis amados, debéis renunciar al pecado, es decir, renunciar al mundo. Todo lo que el mundo puede ofreceros no está hecho para vosotros, porque Yo, el Padre Celestial, os exijo que vayáis por el camino más difícil, el camino de la persecución. Sólo entonces seréis mis amados. Sólo entonces podré daros a conocer la verdad.
Seréis Mis testigos. Se producirán milagros a través de vosotros, milagros que no pueden explicarse humanamente. Pero en términos divinos son maravillosos de comprender.
Vosotros, Mis amados, experimentaréis muchas maravillas. Recibiréis el Poder Divino. Palabras de verdad saldrán de vosotros. La gente se asombrará. No podréis explicar y justificar estos milagros en términos humanos, porque son sobrenaturales.
En todo el mundo se podrán ver estas maravillas por todo el firmamento. La cruz será visible para todas las personas. Nadie podrá explicarlo. Seguirá el espectáculo de las almas. Los tres días oscuros también están a la vista.
Yo, el Padre Celestial, determinaré esta intervención de la Divinidad. Nadie sabrá de antemano cuándo ocurrirá exactamente porque está en mi voluntad y en mi plan.
Todo lo sobrenatural es rechazado en este momento, porque la verdadera Iglesia católica está completamente destruida. Pero Yo, el Padre Celestial en la Trinidad, haré que esta Iglesia resucite gloriosamente. Nadie podrá explicar cómo sucederá esto. Yo hago posible lo imposible.
Todo lo que ocurra entonces radicará en lo divino. Los hombres caerán sobrecogidos y emocionados porque sus propios pecados se presentarán ante sus ojos. Tendrán la oportunidad de arrepentirse de ellos en el último momento. Sólo cuando todos los milagros no den fruto será demasiado tarde.
Mis amados hijos de los sacerdotes, despertad de vuestro profundo sueño, porque vuestros pecados son grandes. Yo, el Salvador de todo el mundo, morí por vuestros pecados. Os he elegido y redimido. ¿No queréis, sin embargo, seguir el camino de la persecución, el camino de la verdad? ¿Queréis seguir cerrando los ojos a la verdad? Sois Mis discípulos. Una vez dijisteis: «Señor mío y Dios mío, Tú lo eres todo para mí. Por ti intercederé en todo momento, venga lo que venga». ¿Habéis olvidado todo esto? ¿No quieres tomar este camino después de todo? Te espero ansiosa con una mirada profunda y amorosa. Os miro individualmente y derramo la verdad en vuestros corazones.
Necesitáis el verdadero conocimiento y tenéis que tomar el camino verdadero y más difícil. Sois mis elegidos. Pocos de vosotros diréis «Sí, Padre» a mi deseo y voluntad: «Sí, Padre, aunque me resulte difícil, y aunque me cueste la vida, seguiré este camino, porque tú eres mi único y verdadero. Debéis decir esto, Mis amados hijos de los sacerdotes, porque os amo a todos.
Os he encerrado a todos en Mi amoroso y Divino Corazón. Quiero abrazaros en el último momento de arrepentimiento, porque será el nuevo comienzo. No olvidéis nunca que Yo soy el Amor Divino y puedo perdonar todo lo que habéis hecho hasta ahora. Sólo entonces sois mis amados elegidos, a quienes puedo deleitarme.
Os bendigo hoy, en este domingo, porque os amo y quiero protegeros en toda situación, en la Trinidad, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Amaos los unos a los otros como Yo os he amado, porque el amor os une.
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