Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
domingo, 4 de diciembre de 2016
Mensaje de María Santísima

(Marcos): ¡Por siempre alabada! Sí. Sí, lo haré. Sí, comprendo. ¿Y cuándo quieres este nuevo Trece?
No, en el trabajo no. ¡Nada me da más alegría! Sólo lamento tener tantas cosas que hacer al mismo tiempo, que a veces no puedo hacer todo lo que me pides.
Gracias por confiar tanto en mí.
Sí, sí».
(María Santísima): «Queridos hijos, hoy os invito a todos a acercaros a Dios, que es Amor. No podéis tener amor lejos de Dios ni sin Dios.
Por eso, acercaos cada vez más a Él, hasta que vuestros corazones se llenen del Amor de Dios, del verdadero Amor de Dios que he venido a ofreceros y a daros a cada uno de vosotros.
¡Dios es Amor, el Amor es Dios! Y sólo cuando vuestros corazones estén llenos de Dios, estarán llenos de amor.
Por eso este mundo ha tocado el fondo de vuestro pecado, guerras, odio, violencia, egoísmo y maldad. Porque al apartaros de Dios os habéis apartado del Amor y por eso el ser humano se ha convertido en una bestia violenta e iracunda que no ama nada, a nadie, ni siquiera a sí mismo. Porque si se amara a sí mismo y a su propia alma también amaría a Dios, que es la fuente de todo bien y de toda gracia.
Y por eso he venido aquí a Jacareí para enseñar a todos a amar de nuevo a Dios, pero no con el amor del miedo a la esclavitud, que sólo obedece a Dios por miedo al castigo o al fuego del infierno, ni con el amor interesado, que sólo ama y busca a Dios por las gracias y los consuelos.
Pero he venido aquí para enseñarte el amor filial, el amor del hijo que ama al Padre por sí mismo, porque el Padre es digno de todo amor, el Padre es digno de todo el servicio y la obediencia de su hijo, a quien creó, sacó de la nada, llamó a la existencia por amor y acumuló beneficios cada día a lo largo de su vida.
Sí, es este amor el que he venido a enseñaros y a pediros, un amor semejante al de Abraham, que no negó a Dios su único hijo. Abraham, que amó a Dios más que a su hijo Isaac, más que a sí mismo, más que a todo.
Sí, por él fueron bendecidas todas las naciones de la tierra, porque amó mucho. Y si vosotros también amáis como Abraham amó a Dios, seréis bendecidos: vosotros, vuestros trabajos, vuestras vidas, vuestras familias y todo lo que hagáis.
El amor como el de Abraham es lo que Dios espera, lo que busca en la tierra y no encuentra. Aquí, donde encontré este amor en mi hijito Marcos y donde en él nos complacemos el Padre y Yo, porque nos ama más que a nada, más que a sí mismo con un raro amor filial.
Aquí hago siempre Mis maravillas y por eso revelo los grandes secretos de Mi gloria y poder a Mi hijito Marcos, porque él Me ama con amor filial y sólo a aquellos que tienen amor revelo Mis secretos. Sólo a aquellos hijos que Me aman con el amor más tierno y ardiente y que son Mis amigos más queridos.
Si vosotros, hijos Míos, también queréis recibir grandes gracias de Mi Corazón, amadme así. Amadme como ama Mi hijo Marcos y Yo iluminaré vuestras almas con Mi luz, os revelaré Mis secretos de Amor, que transformarán vuestras almas en un mar de luz. Y heriréis vuestras almas con la lanza del amor eterno y divino, transformándolas en llamas incesantes de amor.
Ve Marcos, ve Mi llama incesante de amor y sigue cantando cada día tu canción de amor para Mí, para que el mundo entero oiga y también se enamore de Mí y todos Mis hijos vengan aquí a entregarme sus corazones. Cada día os amo más y cada día quiero llenaros más y más con Mi Llama de Amor.
Dilatad vuestros corazones para recibir Mi Llama por más oraciones, por la meditación de Mi Palabra. Y, sobre todo, por el ejercicio de morir continuamente por vosotros mismos, por vuestra voluntad, para amar cada vez más a mi Corazón y amar también al Señor con el amor de Abraham.
Continuad rezando cada día Mi Rosario, Mi Trigésima, Mi Setena y todas mis oraciones.
Ahora os bendigo amorosamente a todos desde Lourdes, desde La Codosera y Ezquioga y desde Jacareí».
(Santa Bárbara): «Queridos hermanos, yo, Bárbara, sierva del Señor, sierva de la Madre de Dios, me alegro de venir hoy a vosotros en el día de mi fiesta: Amad a Dios con un amor como el mío, dando todo por todo, vida por vida e incluso sangre por sangre si es necesario.
Nuestro Señor os dio toda Su Vida, toda Su Sangre en la cruz para vuestra salvación. Dadle también todo, vuestras vidas, vuestras existencias, vuestras fuerzas dedicándoos cada vez más a amar, a servir a Dios con todo vuestro corazón.
Amad al Señor con un amor igual al Mío amándole más que a vosotros mismos, amándole más que a vuestros padres, más que a vuestros parientes, más que a vuestros hijos, más que a todo. Que vuestro amor sea verdaderamente como el mío, que amé al Señor más que a mi padre, que quería que renegara de mi fe en Jesús y en María y que los despreciara.
No le obedecí, permanecí firme en mi fe, perdí el amor de mi Padre en la tierra, pero gané la predilección de mi Padre en el cielo. Perdí el amor de mi madre en la tierra, pero gané la predilección y el amor de mi madre en el cielo.
Tú también, en este tiempo de gran tribulación estás llamado a tener una fe fuerte, grande y masculina como la mía. Una fe que no se deje paralizar, que no se deje abatir por nada ni por nadie, aunque sean las personas más queridas de vuestro corazón las que quieran haceros abandonar a Jesús y a María, no cedáis.
Manteneos firmes en la fe y al final, como yo, tendréis una gran corona de gloria en el cielo.
Os invito a tener una fe fuerte, fuerte como una roca, para que verdaderamente los torrentes de las pruebas, de las tribulaciones no os abatan, no os derriben, no derriben la edificación de vuestra fe.
Amad a Dios con un amor semejante al Mío, entregándole vuestro cuerpo como Yo lo entregué, consagrándome a Jesús y a María ya en mi juventud. No penséis que debéis dar primero el espíritu y sólo después el cuerpo. ¡No! Dad el cuerpo y el espíritu os acompañará.
Consagraos jóvenes al servicio de la Madre de Dios y sentiréis la misma alegría perfecta que yo sentí sirviéndola como alma consagrada, como Virgen consagrada a su servicio y al servicio del Señor.
Y entonces, verdaderamente, tu corazón rebosará de alegría, de felicidad celestial. Y entonces irradiarás esa alegría y esa llama de amor sobre todos los hombres y todos los pueblos, atrayéndolos a todos hacia Jesús y María, como hice yo con mi ejemplo y con mi Martirio.
Sí, en la época en que fui martirizado por mi propio padre, muchos se convirtieron a la Fe, muchos aceptaron a Jesús y a María en su corazón y se apasionaron por ellos.
Haz, haz que todos se enamoren también de Ellos con tu ejemplo de santidad, de oración, de amor a Ellos, también con tu martirio diario. No puedes derramar tu sangre como yo, pero puedes aceptar con amor las cruces diarias que el Señor te permite.
Y transformar esto en un martirio de amor, que no sólo hará crecer enormemente tu llama de amor por Ellos, por el Señor y por la Madre de Dios. Sino que también transmitirás esta llama de amor a todos los que te conozcan, quemándolos y enamorándolos del Señor y de la Madre de Dios.
Vuestro ejemplo, sufriendo tanto por amor a ellos, acabará por ganar a todas las personas para Jesús y María. Porque de tu sacrificio subirá un gran poder místico a las manos de la Madre de Dios, que volverá a la tierra como una fuente inagotable de gracia que nunca cesará.
Yo, Bárbara, ¡te quiero mucho con todo mi corazón! ¡Te protejo como te he dicho aquí en años anteriores con todo mi Amor!
Y en estos días de la Inmaculada Concepción, te pido: Enamoraos de Ella como Yo lo hice, Ella fue mi gran y profundo amor. Fue Ella quien me presentó a Su divino Hijo Jesucristo y me hizo consagrarme a Él convirtiéndome en Su Esposa mística.
Ella también te conducirá a Él y te unirá a Él profundamente hasta que seáis una sola llama de amor y un solo corazón con Él.
¡Ámala! Ámala, porque Ella es la escalera del Cielo, María fue mi escalera al Cielo, con Ella aprendí todas las virtudes y tuve la fuerza para practicarlas en grado heroico. Con Ella aprendí a rezar con el corazón incluso sin tener sus mensajes, porque Ella me guiaba, me inspiraba, me iluminaba, me llevaba de la mano.
Con Ella aprendí a despreciar las cosas mundanas y a preferir el Cielo. Con Ella aprendí a despreciar las riquezas de este mundo, una vida feliz, casarme conmigo, tener hijos y llevar una vida tranquila, rica y cómoda para preferir las riquezas y los tesoros del Cielo, que los ladrones no roban, la polilla no roe, el óxido no corroe.
Con ella, con María, aprendí que el amor era Dios y que sólo Dios podía llenar mi alma tan grande y tan sedienta de la plenitud del amor verdadero.
Con María aprendí el secreto de la cruz, el amor de la cruz, que el camino que lleva al cielo es el camino de la cruz y la negación de uno mismo. Y que no era afirmarme ante el mundo como una mujer bella, rica, poderosa, sabia, atractiva, bien casada, con una descendencia bien educada y noble. No era afirmarme ante el mundo que sería noble en el Reino de los Cielos, sino que era negarme a mí misma que ganaría la vida eterna.
Joven ven a aprender conmigo este gran secreto de amor y santidad y te enseñaré este conocimiento de los Santos, que es el conocimiento de Jesús y de Jesús crucificado, donde se encuentra el secreto de la vida eterna.
Ven a Mí y te daré toda esta luz, todo este conocimiento divino que llenará tu corazón de una alegría mística que el mundo nunca podrá darte.
Conságrate a María y tendrás todo esto, vivirás todo esto y serás noble, rico como yo en el Cielo, donde brillarás más que todas las estrellas del firmamento.
Y tú, Marcos, llama incesante de amor de la Madre de Dios, mi llama incesante de amor también, que me amas desde hace 25 años. Desde que conociste Mi vida, te has enamorado de Mí y Yo también me he enamorado de ti.
Desde entonces, te he tomado como Mi propiedad y posesión y he decidido protegerte y esta licencia se la pedí al Señor y a Nuestra Santa Reina y Me la concedieron gustosamente. Desde entonces te he acompañado, te he seguido, te he cubierto, te he protegido, te he iluminado, te he inspirado, te he guiado y siempre he sido Yo quien te ha dado una fe varonil para afrontar todas las persecuciones y calumnias que han surgido contra ti.
Sí, os he fortalecido, he derramado continuamente sobre vosotros las gracias de los méritos de mi martirio, de mi sangre derramada por el Señor para fortaleceros en las persecuciones de los sacerdotes y del pueblo en general.
Nunca, nunca os he abandonado, os amo hasta la locura y por vosotros soy capaz de ir al otro extremo de la galaxia o del Universo para traeros lo que queráis. Si pudiera volvería a la Tierra en carne mortal para ayudarte, para morir por ti.
Sí, os amo, os amo hasta la locura y amo a todos los que vienen aquí. He dicho en años anteriores que los peregrinos que vienen aquí están especialmente protegidos por Mí. Aprovechad esto en vuestras tribulaciones y sufrimientos, invocadme y acudiré a vuestro rescate sin demora.
Y en cuanto a ti, amado Carlos Tadeo, Padre espiritual de Mi Marcos Tadeo, también te protejo desde el momento en que dijiste «sí» y aceptaste ser padre espiritual de Nuestro tesoro en la tierra, Nuestro Marcos, Mi Marcos.
Yo también me enamoré de ti y decidí protegerte, amarte, guiarte y darte todas las gracias de los méritos de mi martirio siempre a lo largo de tu vida. Nunca te abandonaré, acude a Mí también en tus oraciones, llámame y vendré verdaderamente sin demora para consolarte, para darte fuerza en el combate, para que ganes todas las batallas y llegues al Cielo como un campeón vencedor.
En cuanto a ti, querido Marcos de Paula, que tomaste mi nombre el día de tu consagración, de tus votos religiosos, sobre ti derramo hoy en mi día, descienden las gracias especiales de mi corazón, de mis manos y de mi martirio.
Me has dado un gran honor, una gran alegría y un gran contento al tomar Mi nombre el día de tu vestición, de tus votos religiosos hace tantos años. Te quiero mucho y te bendigo hoy de verdad con todo mi amor.
Y a ti también Mi amado Luis Miguel, que tanto tiempo has esperado aquí, hoy te bendigo con toda la abundancia de mis gracias. No puedes imaginar cuánto te amo y cuánto te ama también Nuestra Santa Reina, que es capaz de hacer por ti lo inimaginable.
Por eso debes sentirte feliz, porque de entre miles de millones de hombres, de entre millones incluso de tu patria, has sido mirado con amor y predilección por Ella. Has sido separado del mundo, para ser sólo de ella, para vivir una vida más angélica que humana, para ser servido por los mismos Ángeles, porque ellos sirven como príncipes a todos los que se consagran a María por votos religiosos.
Sí, alégrate de haber sido elegida para ser uno de los Príncipes del Cielo, que junto con la Madre de Dios reunirá un día verdaderamente a todas las naciones a Sus pies, para formar para el Señor un pueblo santo en la Tierra a Su regreso y un pueblo angélico para Él en el Cielo.
Y sobre todos vosotros, jóvenes amados, que tuvisteis el valor de renunciar al mundo, a sus glorias, a sus riquezas e incluso a un matrimonio feliz, lo que os sería lícito. A ti, que renunciaste a todo para ser sólo de María y hacer de Ella tu esperanza, tu todo, tu vida y tu amor con Dios.
A ti también hoy descienden de mi corazón y de mis manos las grandes gracias, te quiero mucho y te bendigo ahora con Amor».
(Marcos): «Querida Mamá del Cielo, ¿puedes tocar ahora estos escapularios, imágenes y rosarios para tus hijos?
(María Santísima): «Queridos hijos, gracias por permanecer todo este largo tiempo en el que yo y mi hija Bárbara estuvimos tocando estos rosarios y escapularios, aquí en oración.
Os doy las gracias y, como he dicho, allí donde lleguen estos rosarios, imágenes o escapularios, mi hija Bárbara y yo estaremos vivos, llevando la gracia del Señor, Su protección y Su amor a todos.
Sobre todo, en los tiempos del Castigo, en los tres días de tinieblas, estas pinturas, escapularios y rosarios serán como la sangre del cordero colocada a la puerta de los israelitas.
Dondequiera que estén, ni los demonios podrán entrar y llevárselos a las llamas, ni ese lugar será golpeado por la Ira de Dios.
Dondequiera que estos rosarios, escapularios e imágenes sean tocados por Mis Manos y por Mi hija Bárbara, allí estarán también los Santos Ángeles junto con el Ángel Gabriel a Mi lado para traer muchas y grandes gracias a todos.
A todos os dejo mi paz, buenas noches».
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