domingo, 4 de noviembre de 2012

Mensaje de Nuestra Señora

Mis amados hijos, hoy vengo a llamarlos de nuevo a la santidad y a pensar más en la eternidad que los espera.

El verdadero santo es aquel que ama al Señor con todo su corazón, eso les he dicho aquí muchas veces, pero pocos han entendido esta verdad.

Amar a Dios con todo el corazón no es amarlo solo por Su bondad, por Su gloria, por Sus gracias, ni siquiera por el miedo a ser castigado por Él. Amarle es amar al Señor más que a la vida misma, es poner el amor de Dios por encima de cualquier otro tipo de amor, es poner la voluntad del Señor por encima de cualquier otra voluntad, es poner el honor del Señor por encima de cualquier otro honor, es poner el nombre del Señor por encima de cualquier otro nombre.

Amarle es hacer lo que Le agrada y deplorar lo que se sabe que Le desagrada. Amarle es tratar de no ofenderle para no herirle. Amarle es devolver Sus favores con amor ilimitado y sin reservas. Amarle es luchar por Él, servirle, trabajar por Su gloria sin contar nunca cuánto se ha trabajado, cuánto se ha servido y cuánto se ha dado a Él. Amarle es ser completamente y totalmente Su, sin reservarse nada para sí mismo, ni para las criaturas. Amarle es ser enteramente como Él es, Amor Puro, Amor en pura transformación.

Solo se puede llegar a este gran y perfecto amor a través de los caminos que les he dado Aquí: unión con Dios, meditación, oración, lectura, abnegación, escape de ocasiones de caer en pecado. Solo cultivando un amor profundo e intenso en ustedes podrán unirse a Dios hasta ser uno con Él. He estado aquí durante tanto tiempo, para ayudarles con mis mensajes a alcanzar esta perfecta unión. ¡Piensen en el Cielo! ¡Piensen en la eternidad que los espera! Comiencen esta vida de perfecta unión con Dios, que ya existe en el Cielo viviendo en profunda unión con Él.

Renueven su amor, renueven su fe, renueven su oración, tratando cada día de crecer en el amor, crecer en la intimidad, crecer en su completa entrega a Él. Abren sus corazones cada vez más para que el Señor en ustedes pueda obrar grandes cosas. La medida de las obras que Dios hará en ustedes será proporcional a la medida de la apertura de sus corazones a Él. Mi AMBROSSIUM dijo muy bien: "El hombre es aquello que ama. Si ama a Dios con un corazón puro, entonces el hombre será amor puro en Dios, el hombre será uno en amor con Dios, y Dios vendrá a él y vivirá en él como mi hijo Jesús dijo. Si el hombre ama el pecado, si el hombre ama la oscuridad, si el hombre ama lo que es del padre de la oscuridad, el diablo, eso mismo será: oscuridad, pecado, diablo.

Que sus corazones elijan ser amor puro como Dios es. Que sus corazones elijan ser como Mi Hijo es, que sus corazones elijan ser como Mi Inmaculado Corazón es: sin pecado, más puros, fuente pura e ilimitada de amor divino para todos los que tienen sed de Dios.

Estoy con ustedes Mis hijos, y cada paso que dan en sus vidas es seguido de cerca por Mí, ningún dolor, sufrimiento o tristeza en sus corazones pasa desapercibido a Mis ojos, siempre estoy a su lado y nunca los abandonaré.

Continúen haciendo todas las ORACIONES que les he dado aquí. Sigan los pasos de los Santos, son señales luminosas, firmes y seguras que les muestran el camino que deben seguir para llegar seguros al Paraíso.

En este mes en que celebrarán el Aniversario de Mi Medalla de la Paz, así como el Día en que les di Mi Rostro de Madre Aquí, les prometo derramar sobre ustedes una abundante lluvia de muchas gracias, y sobre todo, les prometo renovar la llama del amor divino en sus corazones si también renuevan su amor por Mi Medalla de la Paz, por Mi Rostro de Madre y también por la Medalla que di a mi pequeña hija Catherine Labouré, y entonces les prometo también convertir a los pecadores derramando sobre ellos gracias eficaces de Mi Inmaculado Corazón. A todos en este momento, bendigo generosamente PARÍS, PELLEVOISIN y JACAREÍ.

La paz esté con ustedes".