Virgen María:
Mis queridos hijos, debéis ser valientes para enfrentar lo que está por venir. Mi Iglesia me condena cada vez más. Debéis creer que no reconocen mi Virginidad, mi Asunción al Cielo; entonces, ¿qué he hecho para llegar a este día? Os confiaré: Mi Iglesia ha olvidado que mi Hijo es la Cabeza de la Iglesia, la Iglesia misma. No es gritando contra Nuestras dos Personas como se obtiene un lugar en el Cielo. Por el contrario, es un camino de descenso del cual no hay retorno. A vuestro rosario, queridos hijos, no dejéis que el mundo os traicione. Soy la Virgen Inmaculada desde mi concepción, y os ruego que me sigáis.
Amén †
Jesús:
Mis queridos hijos, mis amigos, permaneced conmigo, no me abandonéis en el curso de vuestros días. Vividlos conmigo en vuestra mente, en vuestro corazón, en vuestra alma que os he dado desde vuestro nacimiento. Apartaos de las palabras que debilitan vuestros corazones. No caigáis en la negligencia. Os amo, porque vuestro corazón debe estar en paz, y os aseguro esto día tras día.
Amén †
Cuando el mal se envía a vosotros, no lo aceptéis como verdad absoluta. Sed firmes en vuestra fe. Los que me siguen nunca tendrán miedo. Id, mis hijos! Recitad vuestras oraciones; así es cómo lucharéis, cómo los ángeles os sostendrán en vuestro camino de conversión, en el camino que tomáis y en el cual siempre estaré con vosotros. Dios, sí, el único Señor. Amén †
Jesús, María y José, Os bendecimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que vuestro Amor venza todo lo que el Cielo os envía. Tomad el buen camino. No escuchéis a aquellos que destruyen la Fe día tras día. Amén †
"Consagro el mundo, Señor, a Tu Sagrado Corazón",
"Consagro el mundo, Virgen María, a Tu Inmaculado Corazón",
"Consagro el mundo, San José, a tu paternidad",
"Consagro el mundo a Ti, San Miguel, protégelo con tus alas." Amén †