Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
viernes, 22 de julio de 2016
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz mi amado hijo a tu corazón!
Intensifica tus oraciones por Brasil y por el mundo. Pide a todos que doblen las rodillas hasta el suelo suplicando la misericordia de Dios para la humanidad ingrata que no desea convertirse. Los pecados del mundo claman por la justicia de Dios.
Dios les deja libertad para elegir entre el bien y el mal. Yo les digo: elijan el camino del bien, el camino de la conversión y de la santidad que les indico.
Italia sufrirá mucho dolor y persecución, a causa de aquellos cuyos corazones están llenos de odio y violencia. Rezad por Italia, donde está la Santa Madre Iglesia, porque los pecados de los ministros de Dios están clamando a Su Divina Justicia, y el brazo fuerte y pesado del Señor golpeará a los que le son infieles y rebeldes, porque sólo buscan la lujuria, el poder y el dinero. Di a los italianos que recen como les he pedido en el pasado los 50 magnificats. Que recen ahora por Italia y que todos recen también por el mundo entero y mucho por la Iglesia, para que pueda superar los ataques y las pruebas que atravesará, en estos tiempos difíciles. Cuando la barca de Pedro esté en gran peligro, el demonio se mostrará con toda su impiedad contra los Ministros del Señor, que serán perseguidos y asesinados de una manera nunca vista en el mundo. Mi Corazón de Madre está angustiado, porque hablo, pero no me escuchan, me manifiesto en el mundo y no creen. Pero cuando lleguen los grandes dolores, ¿qué harán?
Di a todos que vuelvan, que vuelvan a Dios ahora. ¡Convertíos! .... Es vuestra Madre del Corazón doloroso y afligido la que os habla, la que os pregunta, la que os suplica.
Hablad a mis hijos del dolor de mi Madre, a causa de los que no me obedecen y no creen en mis palabras maternales. Habladles de que les estoy llamando, porque es Dios quien me envía al mundo para advertirles, para mostrarles el camino seguro a seguir. Habladles a todos de mi dolorosa llamada que hago hoy una vez más, por el bien de todos, por la felicidad de cada uno de vosotros. Gracias por escucharme y prestarme atención.
Os bendigo a vosotros y al mundo entero: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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