Martes, 25 de agosto de 1998

Veo el pie herido de Jesús, luego toda Su figura.

"Aquí estoy, tu Señor y Salvador. He venido a ti para que recuerdes a Mi pueblo que no han sido creados para sí mismos, sino para dar honor y alabanza a la Trinidad, y luego para servirse unos a otros. Mi pequeña, cada uno existe por esto solo. Cualquier acumulación de provisiones terrenales, entonces, debe lograrse no para uno mismo, sino para compartir con los demás. Recuerda, las Escrituras dicen que aquel que quiera salvar su vida la perderá, mientras que si te abandonas a Mí, encontrarás la vida. Cada uno es creado para la eternidad. No puedes prolongar este exilio terrenal por ninguna medida o preparación humana. Pon el impulso de tu esfuerzo en la salvación, la santidad, la santificación. No haya temor en vuestros corazones. El corazón de Mi Madre ofrece todas las oportunidades hacia la paz, la profunda santidad, e incluso vuestra santificación, si te rindes."

Él me bendice y se va.