Mensajes de diversas orígenes
miércoles, 20 de agosto de 2025
Pequeñitos, con la práctica diaria de Mi Mensaje, aunque cada situación parezca desesperada a ojos humanos, superaréis los vientos impetuosos sin tropezar.
Aparición de la Santísima Virgen María en vivo a Henri, Místico de la Orden Romana María Reina de Francia el 15 de agosto de 2025 - Solemnidad de la Asunción.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nuestra Señora está de pie, con las manos juntas sobre una nube sostenida por nueve angelitos. Veo una luna creciente cruzando la nube algodonosa. Lleva un hermoso vestido plateado. Sobre Sus hombros, una capa azul salpicada de estrellas doradas, con un ribete plateado. El velo está sujeto en el cuello con un broche; sobre Su cabeza, un velo blanco. Alrededor de Su cabeza hay una corona de doce estrellas brillantes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nuestra Señora: Alabado sea Mi Hijo Jesús.
Henri: ¡Sea siempre alabado en el Cielo y en la Tierra!
¡Eres hermosa, muy hermosa! Nuestra Señora abre Sus brazos. Veo el interior de Su Manto, que es de color dorado; un rayo de luz que emana de Su Manto nos envuelve.
Te doy las gracias, oh Madre.
Nuestra Señora: En este día solemne de Mi Asunción, para vosotros, Mis hijos sacerdotes, para vosotros religiosos, para vosotros matrimonios, para vosotros familias, para vosotros jóvenes, para vosotros enfermos, he abierto Mi Manto, bajo el cual podéis descansar. Apuraos a refugiaros bajo este Manto de Luz: ¡en él encontraréis cobijo! Apuraos a refugiaros bajo este Manto de gracia: ¡en él hallaréis Esperanza para días mejores! Apuraos a refugiaros bajo este Manto de ternura: ¡ya no estaréis solos, afligidos e indefensos!
Henri: ¡Sí, Santísima Madre! ¡Sí! Queremos refugiarnos bajo Tu Manto.
Nuestra Señora: Todos juntos, apiñados cerca de vuestra Madre Celestial que os ama, ya no permitiréis que os atrapen los viles intereses terrenales que os impiden responder a Mí.
Henri: ¡Sí, Madre, queremos! ¡Queremos renovar nuestra consagración!
(Se recita la consagración a la Santísima Virgen)
Te elijo hoy, oh María, en presencia de toda la Corte Celestial, como mi Madre y mi Reina; te doy y te consagro, en toda sumisión y Amor, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores y el mismo valor de mis obras pasadas, presentes y futuras; dejándote a ti el derecho pleno y completo de disponer de todo lo que me pertenece, por tiempo y por eternidad.
Nuestra Señora: Hijos queridos, contemplo cada uno de vuestros rostros y corazones marcados por las vicisitudes de esta vida. Al cubriros con Mi Manto de luz, Mi mayor y más querido Deseo es ofreceros la reconfortante señal de Mi Protección, capaz de alimentar en vosotros la confianza en Mi Intercesión. Han ocurrido decepciones a causa de vuestras elecciones en tiempos recientes, porque no habéis prestado suficiente atención a esta benevolente Llamada. Por eso, ahora, os pido que oréis constantemente, que enmendéis, que ofrezcáis sacrificios y que os convirtáis.
Pequeñitos, con la práctica diaria de Mi Mensaje, aunque cada situación parezca desesperada a ojos humanos, superaréis los vientos impetuosos sin tropezar.
Orad conmigo, Mi hijo, por el Santo Padre, el Papa.
Henri: Nuestra Señora junta Sus dos manos, cierra los ojos y baja la cabeza.
Después de un rato de silencio, abro los ojos. Los ojos de Nuestra Señora están abiertos, me está mirando. Abajo, bajo la nube, veo el planisferio. El manto de Nuestra Señora cubre los continentes. Con ambos brazos abiertos, el rostro de Nuestra Señora se ve preocupado.
Nuestra Señora: Hijos queridos, el lenguaje del mal termina por prevalecer cuando faltan valores comunes. La Humanidad no tendrá Paz a través de la confrontación de fuerzas o la fuerza de las armas. La Paz es tan frágil porque las heridas de ayer aún sangran hoy, haciendo difícil la reconciliación. Tenéis el arma más poderosa, mayor que todas las armas combinadas usadas por aquellos que fomentan el odio, la división y la guerra. El mal os ataca donde sois más débiles.
Orad, pequeños, sosteniendo con firmeza la Corona de Mi Santo Rosario. Entonces las naciones entenderán lo que les pido, y redescubrirán el camino de la coexistencia fraternal y pacífica.
Henri: Nuestra Señora me pide besar el suelo tres veces en acto de reparación.
Nuestra Señora: Mis amados pequeños, he bajado del Cielo para afianzar vuestros pasos en el camino al Cielo. Ha llegado el momento de cambiar toda vuestra vida. La hora de Mi partida se acerca.
Henri: ¡No me dejéis, no me abandonéis, oh amada Madre!
Nuestra Señora: No os abandonaré aquí en la tierra. ¡Venid al santuario dedicado en Mi honor! Me invocaréis como la Virgen de la Reparación, la Reconciliadora de los pueblos y el Refugio de los pecadores.
Henri: María, Nuestra Señora de la Reparación, Reconciliadora de los pueblos y Refugio de los pecadores, ¡rezad por nosotros!
Henri: ¿Volveréis a visitarnos? Os necesitamos presentes con nosotros.
Nuestra Señora: Volveré. Os he dejado la señal de Mi presencia. Me he manifestado a los ojos de algunos de vosotros. Y porque Me habéis visto, debéis dar un testimonio auténtico. Guardándolo, recordaréis esta fecha crucial. A partir de este momento, comprometeos seriamente a formar Mi Corona, en preparación para lo que os he anunciado.
Henri: ¡Llevadme con Vos lo más pronto posible, llevadme!
Nuestra Señora: Os llevaré conmigo al Cielo. Os agradezco por haber respondido a Mi llamada. ¡Hasta pronto!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
María, Nuestra Señora de la Reparación, mi Madre, mi confianza, mi esperanza y mi salvación, ¡rezad sin cesar por nosotros los que recurrimos a Vos!
[Traducido por Teixeira Nihil]
Fuentes:
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