Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
martes, 12 de julio de 2016
La Santísima Madre habla en la Noche de la Expiación de Heroldsbach, después de la Santa Misa Sacrificial en el Rito Tridentino según Pío V.
Por tu voluntariosa, obediente y humilde herramienta e hija Ana.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hoy hemos celebrado la noche de la expiación en nuestra casa-iglesia de Gotinga. Esa noche nos conectamos con los peregrinos de Heroldsbach, que quieren perseverar en la oración y la expiación. La Virgen hablará hoy y nos dará unas pequeñas instrucciones para el camino de nuestra vida.
Nuestra Señora hablará: Yo, vuestra queridísima Madre Celestial y Reina de las Rosas de Heroldsbach, hablo hoy a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi voluntad y repite hoy sólo las palabras que vienen de Mí.
Amados hijos de María, amado pequeño rebaño, amados seguidores, especialmente vosotros Muldaner y amados peregrinos de Heroldsbach y cercanos y lejanos.
Vosotros, amados Míos, habéis tomado de nuevo sobre vosotros todos los esfuerzos para expiar esa noche los graves pecados de los sacerdotes.
Como todos sabéis, la iglesia está completamente devastada. Lo expiáis, porque Yo, como Madre Celestial, sufro indeciblemente. Llevo este sufrimiento al Padre. Lo llevo todo ante Él y le pido que perdone a todos aquellos que voluntariamente quieren arrepentirse, que han reconocido que no pueden seguir viviendo así. Hay algunos sacerdotes que experimentan los milagros de la conversión en esta noche. Mis amados, gracias por esto.
Estáis ahí para seguir expiando. Amáis a Mi Hijo Jesucristo en la Trinidad con todo vuestro corazón porque también sois hijos del Padre. Sois elegidos, vosotros que cada mes os tomáis la molestia de apresuraros a venir a este lugar de oración, de gracia y de peregrinación en Heroldsbach. Allí contempláis a la Reina Rosa de Heroldsbach. Sí, vuestra queridísima madre, lloró aquí y llora también hoy muchas lágrimas. Pero vosotros las consoláis, Mis amados. Por ello os doy las gracias. ¿Cuánto dolor han infligido los sacerdotes al corazón de Mi Hijo en el último tiempo? Han abierto Sus heridas de par en par. La sangre fluyó de nuevo, y esta sangre fluye sobre los sacerdotes. A través de la preciosa sangre que se derrama sobre ellos, pueden aceptar finalmente estas gracias redentoras.
Miro sus corazones porque amo mucho el corazón de cada sacerdote. Consagraos, Mis amados sacerdotes, a Mi Corazón Inmaculado para que podáis salvaros de la condenación eterna.
Cuántas veces ha dicho repetidamente el Padre Celestial que estáis a punto de sufrir la gran intervención. Habrá una tremenda conmoción en toda la Iglesia. La Iglesia Católica nunca perecerá porque Mi Hijo Jesucristo la compró de Su herida del costado. Él ha redimido a todos. Pero desgraciadamente todos no aceptan estas gracias de salvación. Cuánto corazón y alma ha fluido desde entonces. - Pero el amor de Mi Hijo, y sobre todo el amor de tu Padre Celestial, perdurará más que todo. Él os envía mañana, Mis queridos muldeanos, a la hondonada. Allí celebraréis una santa comida sacrificial.
Cuántas gracias se derramarán entonces allí, que llevaréis con vosotros a vuestra ciudad natal. Conoceréis a muchas personas. Éstas son bendecidas sin que tú lo sientas. El amor de vuestro Padre se derrama en vuestros corazones. Podréis transmitir este amor. Con fuerza volveréis a vuestros pueblos de origen. Pero el sufrimiento, amados míos, no se os ahorra. Aceptad los sufrimientos, como el Padre Celestial desea que hagáis, aunque os parezca muy difícil. Apartaos de vuestros familiares si quieren alejaros de la verdadera fe, especialmente de la Santa Misa del Sacrificio. Entonces separaos de verdad y esperad el arrepentimiento de vuestros familiares. Sólo entonces podréis volver a contactar con nosotros.
Sí, muchos de tus hijos y parientes cercanos están en pecado grave. Siguen yendo a las iglesias modernistas y celebrando la comida popular. Esta comida popular no es una comida de sacrificio. Tampoco son sacrificiales los sacerdotes que la celebran.
No puedes confesarte, ni tener una conversación confesional con ellos, ya que están separados en pecado grave de Mí, el Padre Celestial en la Trinidad.
Sólo después de que hayan hecho una buena confesión digna, podrán celebrar una Santa Fiesta Sacrificial. Cuando aceptan la gracia de querer arrepentirse, no de poder arrepentirse, están en la gracia santificante. Cualquier sacerdote que quiera arrepentirse puede arrepentirse. Esta gracia se les concede a todos.
En esta noche de expiación, se derraman de nuevo gracias especiales sobre los sacerdotes.
Seguid rezando, hijos míos y amados, por esta Iglesia destruida, por los muchos pecados graves cometidos también por el Pastor Supremo, también por sus cardenales, obispos y sacerdotes, que aún no están dispuestos a arrepentirse. Expiad aún más estos pecados y sacrilegios.
Os amo a todos y en esta noche de expiación os estrecho en Mis brazos, como Reina de la Rosa de Heroldssbach. Estas rosas las derramaré sobre vosotros esta noche. Son las rosas de la gracia y del amor.
Os bendigo con todos los ángeles y santos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Permanece fiel al cielo y expía los graves pecados de los sacerdotes y de la Iglesia católica de hoy.
Orígenes:
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.