Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
domingo, 12 de junio de 2016
4º domingo después de Pentecostés.
Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V a través de su instrumento y de su hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy celebramos el cuarto domingo después de Pentecostés, el 12 de junio de 2016, y también es la Jornada Mariana, hoy día 12 en que los Muldaner están presentes en Heroldsbach y pasan la noche de la expiación. Durante la Santa Misa del Sacrificio, el altar del Sacrificio y también el altar de María estuvieron bañados de luz dorada. También la decoración de flores y velas era abrumadoramente grande. Era como una gran fiesta, especialmente el Niño Jesús y también el Pequeño Rey del Amor estaban bañados de luz brillante.
Nuestra Señora hablará hoy: Yo, vuestra queridísima Madre, os hablo hoy, Mis amados hijos, en este domingo, que es también Mi fiesta, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está enteramente en Mi voluntad y repite hoy sólo palabras que vienen de Mí.
Amados hijos de María, amados hijos del Padre, amado pequeño grupo, seguidores y peregrinos de cerca y de lejos. Cuánto he esperado este día de hoy. Porque os amo, estáis protegidos en toda situación, pero el malvado anda por ahí. Todavía quiere apartaros de la verdad en el último momento, e intentará una y otra vez poner piedras en vuestro camino. Pero tened confianza, porque el amor de Dios lo superará todo.
Hoy, Mis queridos hijos de María, habéis oído hablar de la pesca rica. Sí, el Padre Celestial también necesita vuestra ayuda, necesita vuestros pies, para que vayáis a los que aún están lejos de la fe, para que con vuestro testimonio, con vuestro dar testimonio, difundáis la verdadera fe, con vuestro ser así, con vuestro amor que mostráis a los demás. Debéis tener comprensión para muchos que no creen, que están lejos, alejados de la fe, los que viven en el mundo y disfrutan de los placeres mundanos. El mundo parece diferente, Mis amados hijos, tenéis vuestros sufrimientos y en estos sufrimientos podéis dar gracias. Hay mucho que no podéis comprender, y mucho que no experimentaréis en vuestros corazones, porque no es conforme a vuestros deseos. Yo, el Padre celestial, conozco todo lo que aún falta para vuestra salvación, para la salvación eterna. Hay mucho en vuestros corazones que aún necesita ser purificado. El ego está muy presente en algunos hombres; cuando haya elegido a estos hombres, entonces los purificaré para que sean completamente míos; completamente míos significa que reconocen mi voluntad y no siguen sus deseos.
Sí, ¿qué significa realmente la pesca rica? - Transmitir amor, vivir el amor a los enemigos, tener cuidado de no herir a la otra persona, sino dejarla tal como es. A menudo quiero cambiar a la otra persona porque no cumple mis deseos. Pero pronto sentiré que no quiere cambiar. Entonces, amado mío, no desesperes, sino entrégalo voluntariamente en mis manos. Lo que es mío también es tuyo. El amor que entrego a los corazones de los infieles es diferente de lo que imaginas. Amo a todo hombre, también a los que no creen, también a los que me desprecian, se burlan de mí, me niegan, también a los que persigo. Y a través de tu expiación, Mis amados, puedo salvarlos. Sí, Mis amados hijos de María, a menudo no es fácil cumplir la voluntad del Padre Celestial, la voluntad de Mi Hijo.
Estos sufrimientos son a menudo insoportables en la tierra, pero entonces mira Mi sufrimiento, y mira también Mi ayuda. Como Madre Celestial, ¿alguna vez os he dejado solos?
¿He sido indiferente a vuestros sufrimientos? No, os he llevado de la mano y os he conducido hacia el Padre. Constantemente pido al Padre que haga soportables vuestros sufrimientos, eso no significa que os salvéis del sufrimiento en la tierra, no, al contrario, los sufrimientos son muy difíciles, inexplicables, y, sin embargo, estos sufrimientos os conducen a la salvación eterna, a la gloria eterna. Allí todo se ve diferente, allí cesan los lamentos, allí están las alegrías eternas, porque vosotros también queréis participar en el banquete de las bodas eternas.
Cuánto amo a Mis hijos sacerdotes que no creen, que no adoran, que no esperan y no aman. Miro sus manos, sus benditas manos, y pido al Padre Celestial que las bendiga de nuevo y las reconsagre, pues de lo contrario estarían condenados. Y nunca quiero ver a un hijo de sacerdote caer en los abismos eternos, porque entonces mi sufrimiento se hace insoportable como madre, como madre celestial.
Mis amados hijos, seguís creyendo, confiáis y miráis Mi sufrimiento, el sufrimiento de Mi Hijo, y os sacrificáis y expiáis, especialmente vosotros, los muldeanos. Hoy os doy las gracias por haber pasado la noche de la expiación con muchos sacrificios. Rezad y arrepentíos y no escatiméis esfuerzos. Mañana estaréis en la hondonada, y celebraréis allí la Santa Fiesta del Sacrificio Tridentino. Cuántas gracias se os concederán hoy, y estas gracias las llevaréis con vosotros a vuestros hogares. Allí sentiréis que algo sagrado sale de vosotros y eso será la rica pesca.
Así pues, hoy os bendigo a todos en la Trinidad, sobre todo os bendigo hoy a vuestra Rosa Reina de Heroldsbach, a la Victoriosa y Reina de Wigratzbad, con todos los ángeles y santos, al Dios Trino, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar desde ahora y para siempre. Amén.
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